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arte

Es el verdadero principio de la Historia (IV) .-07-abril-2016

Posted by Caminante y peregrino

APARICIÓN DE CRISTO A SU MADRE.-THEODOOR VAN THULDEN.-BARROCO
      María giró hacia su aposento y hacia allí se dirigió apenas salieron las mujeres de la casa. Magdalena tenía razón. Necesitaba orar. Mucho. De ese modo se sentía más cercana a Jesús. Quizá nadie recordase la firme promesa que había hecho ante todos ('Destruid este templo y en tres días lo levantaré'. Jn. 2, 19) pero a ella la mantenía más firme la fe que tenía en su Hijo, en el Padre que la eligió para esta misión y en el Espíritu Divino que formó a Jesús en sus entrañas. Instintivamente se arrodilló y postrándose en tierra se dirigió al padre: '¡Oh, Padre! Nuevamente me postro a tus plantas soberanas para implorar, una vez más, tu ayuda. Yo sé que no nos abandonas a nadie, ni siquiera ahora, que los acontecimientos parecen demostrar que estamos solos. Desde que en Nazaret te di aquel SÍ que me comprometía contigo, siempre he tenido abundantes pruebas que continuamente has estado con nosotros. Este momento, este triste momento, no es ninguna excepción. Hace dos días dejamos el cuerpo de Jesús sin vida, en el sepulcro de José de Arimatea...'
      María tuvo que interrumpir su oración. El recuerdo de ver exánime a su Hijo en aquella fría losa sepulcral, la hizo revivir aquellos crudos  y amargos momentos del Calvario. Los sollozos volvieron a brotar de su cuerpo, muy castigado por el dolor y el sufrimiento, mezclándose con dulces llamadas a su Hijo. Unos momentos después se sobrepuso y tras unos suspiros volvió a dirigirse a Dios: 'Padre, atiende mi oración porque ya no puedo más. Necesito verlo de nuevo lleno de vida, como Él dijo que haría al tercer día de su muerte. Nunca te he pedido nada para mí, pero ahora te ruego que escuches mi plegaria y me lo devuelvas para siempre, porque para ti nada hay imposible...' Nuevamente quedó postrada en oración, como sumida en una espera confiada...        Estando en ese estado no pareció oír el fragoroso trueno que se oyó y la nueva sacudida de la tierra producida por un breve pero intensísimo terremoto que a todos asustó y preocupó. Loa Apóstoles, que se encontraban en el cenáculo, se miraron unos a otros con inquietud. Juan se levantó y se dirigió al aposento de la Madre por si le había ocurrido algo. Entreabrió cuidadosamente la puerta y la vio postrada en oración. Volvió a cerrarla muy despacio procurando no hacer ruido con el fin de no interrumpirla y volvió con los demás.

      Todos lo miraban esperando saber si María estaba bien. Les hizo un gesto indicando que no había ninguna novedad y se sentó, pero la preocupación de lo que hubiera podido pasar con el trueno y el terremoto no se alejó de ellos en absoluto. Al comprobar que todo iba volviendo a la normalidad, poco a poco fueron adormeciéndose unos y orando otros, aunque sin pretenderlo cayeron en un profundo sueño motivado por el cansancio, la tensión psíquica, las emociones vividas,...       APARICIÓN DE CRISTO RESUCITADO A SU MADRE.-MELCHIOR PAULl VON DESCHWANDEN.-S. XIX     María, en el silencio más íntimo de su oración al Padre,no se había percatado del temblor de tierra ni en la delicada visita de Juan para comprobar si le había ocurrido algo. Estaba muy centrada en lo que hacía, peo hubo un momento en que notó como una mano se posaba suavemente en su hombro derecho. Pensó que era Juan, pero cuando oyó que una voz delicadamente suave, pero muy, muy conocida, que llena de amor y de victoria le decía 'Mamá,...', la hizo volverse con presteza.

      '-¡¡Jesús!! ¡¡Hijo mío!!...'  No pudo continuar. Frente a ella aparecía, sí, su Jesús, pero no el que ella había visto anteriormente, ni tampoco el Jesús del Calvario. Veía a su Hijo, ¡claro que sí!, pero revestido de una potente claridad, una fortísima luminosidad, que no solamente no cegaba ni deslumbraba, sino que le estaba permitiendo contemplarle como realmente era Él: Dios mismo hecho hombre, victorioso de la muerte, 'su rostro era resplandeciente como el sol y su vestido blanco como la luz' (Mt.17, 2). Los ojos del alma le decían que sí. Sí que era su Hijo. Y lo más inmediato fue arrojarse en sus brazos.
APARICIÓN DE CRISTO RESUCITADO A SU MADRE
      Jesús sonreía absolutamente feliz. Ciertamente tenía muchas cosas que hacer, muchas personas que visitar, muchos cabos que atar ahora que la Redención estaba consumada, pero la primera de todas era su Madre: abrazarla, tranquilizarla y que dejara de sufrir. En la Pasión la notaba siempre junto a Él y lo mismo en el Calvario, oyendo sus oraciones con los oídos del corazón, y los martillazos de los clavos parecían disminuir el terrible dolor que le causaban perforando sus manos y sus pies.
      '-Mamá. Querida Mamá. Siempre has estado conmigo en estas horas decisivas para la Humanidad y tus oraciones y tu llanto me han ayudado en el Sacrificio que debía ofrecer al Padre por esta Humanidad que tanto queremos. Mi Padre y el Espíritu también estaban oyendo la angustiada oración que les dirigías'. Ella no hablaba. Solamente lo veía vivo, en plenitud, infinitamente más hermoso que cuando vivían juntos y lo veía trabajar en la carpintería de José. ¡Ay, si José lo viera ahora! Mientras pensaba todo esto lo iba llenando de besos como cuando nació en Belén. '-No me dejes, Hijo. Quiero estar siempre contigo...'
APARICIÓN DE CRISTO RESUCITADO A SU MADRE.-FRANCESCO SOLIMENA
      '-Nunca, Mamá. Nunca nos volveremos a separar. Tú siempre estarás conmigo y Yo siempre en ti. Ahora debo acudir a que todos me vean y se enteren de mi Resurrección. Debo confirmar en la Fe a mis hermanos y amigos para que continúen el trabajo que he comenzado, pero ahora me tendrás contigo en el corazón y en la Eucaristía. Me llevarás dentro de ti como me llevabas antes de nacer en Belén'.
      María era incapaz de pedirle nada. Sabía que lo había traído al mundo precisamente para este momento. Su misión había terminado, pero ahora tenía que completarla preparando a sus amigos y a sus discípulos. Pero ella callaría. Su corazón seguiría guardando todos esos momentos de intimidad humana y divina en los que iría meditando todos los días. Los demás...tendrían su momento como lo había tenido Ella. Todo lo contemplaría desde el silencio y la oración, ayudando, orientando y completando cuanto su Jesús le dijese, pero intuía que iba a tener un papel fundamental en la Comunidad que su Hijo había ido formando: la Iglesia. 

      Se recostó en su lecho. Su felicidad era infinita. Pensaba en sus amigas Magdalena, Juana, María la de Cleofás y tantas y tantas otras que la habían ayudado a Ella y también a su Hijo por los caminos de Israel y últimamente en Jerusalén. Pensó en el buen Pedro, en Juan, en Santiago y en todos y cada uno de los Apóstoles. Todos se pondrían a trabajar de inmediato en cuanto vieran a su Señor... Con una leve sonrisa en sus labios y una paz que notaba recibida de su Hijo, se durmió.
CRISTO RESUCITADO.-JOSEPH F. BRICKEY

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